miércoles, 25 de junio de 2008

DOLCE & GABBANA vrs EROTISMO INTELIGENTE

Al ver las imágenes de la campaña del 2006 de Dolce & Gabbana pensé en los dos argumentos que se comentan en la presentación: que hay imágenes un tanto fuertes o grotescas y que insinúan violencia, y que la calidad estética es muy buena, e incluso, paradójicamente, consigue atraer la mirada por su composición primero y después por su impacto de contenido.
Sin embargo, parecen remitir a momentos históricos anteriores, y finalmente, quizás porque socialmente ya nos hemos habituado a consumir imágenes bastante más fuertes y que sí muestran actos violentos cotidianos, las imágenes de la campaña no resultan tan chocantes.
No sucedió lo mismo para el caso de la campaña de febrero del 2007 pues sí me resultó chocante mostrar a una mujer sujetada por un hombre mientras otros miran tranquilamente lo que sucede. Sin embargo, tanto hay un delito en esta como en la anterior, por lo que me cuestiono si hay unas formas de violencia más naturalizadas que otras y mayor sensibilidad a ciertos temas particulares…
Por otra parte, en la presentación de “erotismo inteligente en publicidad” se muestran gráficas que implican un manejo diferente del erotismo, construidas con un cuidado y una inteligencia tal, que al menos generan una sonrisa.
Lo que habría que preguntarse es, de nuevo, si recurrir al erotismo es la mejor manera de vender los productos que ahí se publicitan, pues aunque no se recurre a imágenes explícitas, es innegable la intención de remitir a ellas mediante las imágenes elegidas. Todo para generar ese impacto diferenciador que tanto se busca en la publicidad.
En todo caso, como lo hemos hablado en otros espacios, siempre hay que considerar las sensibilidades que pueden verse heridas por una campaña y el mensaje social que se está enviando, así como las conductas sociales que se reactúan, muestran y validan de esta manera.
Y aquí hay que pensar en que aunque una campaña sea muy comentada por ser polémica, y tenga altos niveles de recordación, esto no significa ni un incremento en las ventas ni una mejora en el posicionamiento de la marca. Por eso hay que pensar en los efectos sociales (no solo mercantiles) que una campaña puede tener.

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